Las dietas ricas en sal o cloruro sódico aumentan el riesgo de sufrir hipertensión arterial, factor de riesgo para sufrir enfermedad coronaria, ictus y otros accidentes cardiovasculares, insuficiencia renal etc.
También interviene negativamente en el desarrollo de enfermedades como cálculos o piedras en el riñón, osteoporosis o cáncer de estómago.
«Es importante saber reconocer el abuso de la sal en nuestra dieta occidental.»
Aunque hay un factor genético que influye en la sensibilidad al exceso de sal, y por tanto en los riesgos de desarrollar alguna de estas enfermedades, todos tenemos que hacer un examen de conciencia para, objetivamente, saber reconocer el abuso de la sal en nuestra dieta occidental.
Reducir la sal no es fácil, ya que nuestro paladar se acostumbra enseguida. Para que nos hagamos una idea, mientras las recomendaciones están en torno a los 5 g de sal al día, los españoles tomamos entre 10 y 15 gramos diarios.
Un gran porcentaje de estos excesos no se deben sólo a la sal que añadimos a nuestros platos, sino a los formatos comerciales:
– Embutidos y carnes procesadas
– Snacks y alimentos ultraprocesados
– Platos precocinados
– Bollería industrial
Con lo cual, ya estarás adivinando nuestra primera recomendación: más mercado y menos supermercado, prioridad al consumo de alimentos frescos y preparados en casa.
Y a la hora de cocinar, una vez en casa, hay varios consejos que puedes seguir para reducir el consumo de sal:
– Dejar para el último momento el aliño de ensaladas, para que cada persona en la mesa añada la sal al gusto.
– Optar por sales bajas en sodio
– Probar la comida antes de salarla
– Aumentar el consumo de alimentos ricos en potasio: plátanos, cacao y chocolate negro, frutas frescas en general, frutas desecadas, para compensar el exceso de sodio.
Y el mejor de los remedios contra la sal: usar determinadas hortalizas, hierbas aromáticas y especias como hábito saludable para no echar de menos esa chispa que quieres encontrar en tus platos. Y, a la vez, aprovecharte de los principios activos beneficiosos que contienen como terpenos, flavonoides, carotenoides. Traduciendo al cristiano, tendrían propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, anticancerígenas, antitrombóticas, antisépticas o hipoglucemiantes.
Seguro que en tu barrio o en tu mercado favorito hay una tienda especializada donde te puedes hacer con un “fondo de armario” de condimentos con los que experimentar. Un poquito de atrevimiento y una pizca de intuición te ayudarán a tener unos resultados sorprendentes.
Si no sabes por dónde empezar, te damos algunas claves para iniciarte en el arte de la cocina con hierbas aromáticas y especias:
– Empieza a usarlas de una en una, para experimentar con diferentes dosis y resultados.
– Tienes opciones muy tradicionales u otras especias más exóticas, pero seguro que no te viene mal ampliar tus conocimientos.
Ajo, cebolla, puerro, etc. Hortalizas muy nuestras y que sirven para dar un fondo de mayor intensidad.
Pimentón: especia mediterránea por excelencia, no es más que pimiento rojo seco y molido. Dulce o picante, tiene pigmentos carotenoides a montones y además, potasio, zinc y cobre. Además, aumenta el colesterol bueno. ¿Qué más quieres? Platos en los que puedes usar el pimentón: patatas bravas y patatas a la riojana, sopa de ajo, pulpo a la gallega, migas, mojo picón, hummus, potajes y guisos varios, con legumbres y hortalizas.
Pimienta negra: debe su sabor ligeramente picante y su acción antioxidante y antibacteriano a la piperina, que favorece la absorción de la curcumina de la cúrcuma, con lo que combinadas en el curry (o en tu propia mezcla de especias, atrévete a probar), se ven potenciados los efectos beneficiosos de ambos principios activos. Excelente conservador natural de la carne. La pimienta en grano mantiene mejor su aroma y propiedades, con lo que siempre es mejor molerla tú mismo en el momento.
Perejil: rico en vitaminas A, C y ácido fólico además de multitud de fitoquímicos que le dan propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Úsalo sólo o mezclado en ensaladas, sopas, tortillas y salsas como la verde. Usa sólo hojas y tallo, nunca semillas ni aceites esenciales de perejil, pueden resultar tóxicos.
Ojo con personas sometidas a tratamientos anticoagulantes como el Sintrom, está contraindicado.
¿Más hierbas aromáticas? Orégano, albahaca, romero, estragón, eneldo, tomillo… Úsalas en solitario o mezcladas, te ayudarán a no echar de menos la sal en tu cocina.
Jenjibre: de uso milenario en cocina asiática, va genial fresco y rallado para aromatizar ensaladas, arroces y pastas, o en polvo para salsas, guisos y postres, por ejemplo galletas y mermeladas. Genial para combatir mareos y náuseas, también como antiséptico y antiinflamatorio.